Las rabietas, son una manera de expresar emociones de nuestros hijos/as. Necesitan ser atendidos, ser parte de un grupo y conectar con nosotr@s.

Nuestro papel como adultos debe ser el de acompañante y modelo, ayudarles a entender y proporcionarles herramientas que les ayuden a comprender sus emociones.

No olvidemos que esto es un aprendizaje continuo, además del ser consciente de la edad madurativa en la que se encuentran nuestros niñ@s. (Por mucho que nos esforcemos  en que entiendan ciertas cosas, su cerebro no está todavía formado para que se comporte o actúe como a ti te gastaría).

EJEMPLOS de tres situaciones en las que un niñ@ puede tener una rabieta:

• Cuando tiene una necesidad básica y no la puede satisfacer en ese momento. Un ejemplo sería el hambre.
• Cuando no entiende una situación.
• Cuando necesita descargar su tensión acumulada. Una situación puede servir de detonante para liberar su rabia, frustración o miedo por algo que ya ocurrió.

¿CÓMO ACTÚAS?

¿Le acompañas?

¿Eres comprensiv@?

¿Hablas con el/ella?

¿Le abrazas?

¿Miras a los ojos?

Para aprender a ser conscientes de las rabietas, sus conductas y cómo actúas ante ellas, puedes realizar un diario de observación durante varias semanas:

1. Anota el motivo que inicia la rabieta.
2. Su comportamiento.
3. Cómo actúas tú.
4. Cómo lo recibe tu hij@.

¿CÓMO TENGO QUE ACTUAR?

• Sé su guía emocional. Mantén una actitud calmada y serena ante la situación.
• Entiende la rabieta. No te contagies de su enfado y desde la comprensión acércate  para estar a su lado y esperar a que salga de su estado.
• Vuelta a la calma. Cuando veas que está receptiv@ y más calmad@, muéstrate abiert@, abrázale.
• Hablamos. Espera a que esté seren@ para explicarle lo que ha pasado. Pon nombre a las emociones. Establece límites si es necesario.